Y ese engaño que conviertes en verdad a la fuerza no es más que una mera excusa barata para autoconvencerte de que serás feliz con tu nueva vida de desfases horarios y polvos sin compromiso. Puede que si buscas esas mariposas, al final las encuentres, pero no serán más que toscos sucedáneos de algo que verdaderamente no se busca, si no que se encuentra. Pero resulta más emocionante y divertido destrozar el camino encontrado e ir probando sendas de superficialidad carnal esperando que alguna te proporcione un mínimo de luz, a pesar de haber tenido el Sol en tus manos sin haberte quemado.

Ese famoso Carpe Diem es una simple falacia metida a calzador en mentalidades infantiles, débiles, llenas de sueños de adolescencia de segunda mano. Vivir el momento no es despreocuparse del futuro, vivir el momento no es una válvula de escape para no hacer promesas que sabes que no puedes cumplir, vivir el momento no es desechar el compromiso o la responsabilidad, vivir el momento no es abrirte de piernas con cada polla que se te acerque, vivir el momento no es vivir sin saber, no es dejarse llevar, es vivir sabiendo, es tomar las riendas de tu vida y dirigirla hacia lo que sabes que es verdadero y bueno, hacia lo que te hace sonreir cada mañana, hacia lo que te da una razón para acostarte y volverte a levantar. Vivir el momento es disfrutar de la felicidad que tienes en el momento, pero cuidándola para que el futuro sea igual de feliz que el presente. El "momento" de ese Carpe Diem que con tanta facilidad esgrimes en tus ambiguos y vagos argumentos, es un espacio de tiempo tan nimio que no puedes buscar en él algo esencial, es muy poco tiempo para querer o dejar de querer, es muy poco tiempo para decidir tu vida por un mero instante. El momento hay que vivirlo junto a otros momentos, y lo que hace que el momento sea importante, es que detrás de ese momento vendrán otros momentos, y será el conjunto de momentos lo que determinará tu vida, y lo que te dará la llave para ser feliz. Felicidad que tiende a alterarse para poder ir de cama en cama sin que la conciencia te electrocute el cogote, ya que es más fácil convencerse de que uno es feliz, a preguntarse: ¿podría haber sido más feliz? Supongo que las preguntas hacia uno mismo es algo que intenta evitar todo tergiversador del Carpe Diem, ya que si cuestionas tu propio ser, no te sirve de nada darle la espalda a todo lo que permanece en tu pecho para ir en busca todo lo que pasa fugaz por tu entrepierna. Sí que puedes saber lo que será mañana. El desconocimiento del mañana solo sirve como escudo para quienes dañan a los demás y no quieren aceptar sus fallos y culpas, así que utilizan el "nadie sabe lo que podrá pasar" para limpiarse de excrementos emocionales, como intentando afirmar que como el momento es efímero y el futuro oscuro, todo lo que haga ahora no tiene importancia. Craso error, el dolor tiene la misma importancia en pasado, presente y futuro, y si no sabes qué va a pasar mañana, deberías entender que sí sabes lo que va a pasar en el presente, y si de ti depende que el momento sea de una forma u otra, el mañana tendrá la misma naturaleza, porque el mañana no es más que otro momento, tal y como el que estás viviendo y decidiendo en este instante, y por ende, no es más que otro impulso vital que puedes moldear y controlar a tu antojo, siempre y cuando el núcleo esté dentro de lo que llamamos coherencia lógica de sucesos, ya que escudarse en que no importa lo que uno haga, hay que vivir solo el instante, ya que mañana no sabes lo que podrá pasar, tal como que caiga un meteorito o un ganso espacial con aires hostiles, es el absurdo hecho palabra. Pero bueno, supongo que es más fácil engañarse a uno mismo que engañar a los demás. Aún me pregunto por qué tienen el resto de seres humanos esa necesidad de engañarse y engañar para que les sepa mejor el resultado de sus yerras elecciones.

Ya no hay nada más que tratar, las decisiones están tomadas, y aunque quieras inyectar dramatismo en algo tan simple para poder vivir un tornado de complicaciones aderezadas con estradiol, dignas de una obra de vampiros crepusculares, la coraza que llevas pintada con historias sobre lo confusa que es la vida y lo inciertos que son los días venideros, sólo te va a ayudar a poder acostarte con el campeón de turno sin sentirte culpable. Ya que te es más fácil darle una explicación compleja a un coito, como si fuera fruto de un haz de decepciones amorosas y confusiones emocionales, y no el resultado de un simple calentón que te ha hecho llevarte a la boca el pene más accesible. Ante esto, no me queda nada más que decir, el martillo de tu orgullo ya ha golpeado la superficie de tus remordimientos y has caído en un sueño profundo del que no puedo despertarte para que vivas la realidad, para que dejes ese onírico cuento de hadas borrachas que pintas de supuesto realismo. El espectro electromagnético de tu cordura emite ondas de baja frecuencia al paso que aplicas una inflexible ley sobre la modélica vida de vividor que no tiene que dar explicaciones a nadie, ni a si mismo, y que no tiene que buscar en la vida algo que sea más profundo que una salida nocturna o un intercambio de fluidos, ya que según esa ley, todo es tan confuso que nunca sabes lo que va a pasar, excepto lo que va a pasar en el momento. Curiosa contradicción fruto de querer darle más importancia a la fachada que a los cimientos. Abandono la sala, antes de ser acusado de desacato por tus secos ojos. Que pierdas recuerdos y ganes olvidos. Que los relámpagos de la corriente kármica te deparen óptimos esquemas de eugenesia. Buen viaje y buena vida.