Tendencias en raíles dominan la estética, qué queda tras el supuesto progreso si no es más que los hilos de un titiritero.
La estupidez y la idiotez no conocen límites, si no las sigues no eres nadie a ojos de la libertad, supuesta libertad.
Eres uno más, pero uno menos, te conviertes en producto y dejas de ser persona. Ganas un aplauso.
Solo recordaremos los retazos de una razón olvidada. O puede que el recuerdo se convierta en un lujo cognitivo, un lujo que no conviene comprar.
Bienvenidos a la Idiocracia.
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