Hoy, siguen faltando las palabras, tal y como faltaron durante largos meses en los que sólo fui un vago recuerdo que se extinguía con cada abrazo que dabas
Hoy, sigo siendo una reminiscencia casi desintegrada en tu pecho, como un dado cuyos puntos se van desgastando con el tiempo de tanto jugar con él.
Hoy, siguen reciclando personas, tirándolas cuando han dejado de ser útiles, y recogiéndolas del suelo cuando te interesa, usando máscaras de bajo coste que simulan una supuesta alegría y felicidad por reencontrarte con quienes has desechado cual escoria sin valor alguno.
Hoy, sigue extendiéndose como un virus esa superficialidad cárnica que has tomado como objeto de culto, aunque te convenzas a ti misma y a los demás de que no es así.
Hoy, siguen rotos los sueños que quebraste para buscar una nueva vida que te aportara más a cambio de porciones de felicidad.
Hoy, nada sobra, y todo falta.